Los kiwis amarillos y la huella de carbono

Ayer me planté en la frutería donde ya me conocen y ya saben que no me ponen nada en plástico, con una energía atípica. Venía irradiando mala ostia porque no había podido ir al gimnasio, se me habían olvidado las zapatillas, la pulsera para entrar, llegaba tarde a la clase...un despropósito.
Total que entré yo con mi nube negra y le explique a mi querida frutera que el paso siguiente era comprar fruta y verdura de aquí. Lo que no sabía era que me guardaba una sorpre-trampa.  

No soy especialmente nacionalista pero llevo días preocupándome por mi propia huella de carbono y lo que comemos tiene su propio rastro. Junté mi preocupación con una tabla bajada de internet de las frutas y verduras de este mes de octubre y me puse a pedir: manzanas, naranjas, judía verde (a 4€/kg porque es de aquí y con las últimas riadas pues todo va más caro)...y kiwi amarillo.



Mi debilidad, no puede haber fruta que me guste más. Es como un lingotito de oro peludito, grande y dulce. Ya ayer por la noche insalivaba pensando en cuando me los iba a comer pero no ha sido hasta esta mañana cuando me ha tocado la fibra ambiental y se me ha ocurrido informarme sobre Zespri.


No sé si habéis entrado en la web pero ofrecen mucha información sobre su forma de trabajar. Son una cooperativa de agricultores neozelandeses especialmente preocupada por cosechar y distribuir de una forma responsable. Si, Nueva Zelanda está en el quinto pino, la empresa lo sabe y trabaja para mitigar esto. Con lo que siento cierto alivio sabiendo que voy a comerme mi delicioso kiwi amarillo y que la empresa que lo produce es una empresa socialmente responsable y que además tiene un apartado en su web que se titula así:
DECLARACIÓN SOBRE LA ESCLAVITUD MODERNA Y TRATA DE PERSONAS 

Cuando encuentre kiwis amarillos producidos por una empresa que se preocupa no sólo de la producción sino de los trabajadores de esta manera, entonces me cambiaré de marca de kiwis. Lo que si voy a hacer es comérmelos mucho más a gusto entre noviembre y enero ya que vendrán de Francia y/o Italia que están más cerca.

En nuestras manos está preocuparnos de dónde viene lo que comemos, quién lo hace y de donde trae los ingredientes. Puedo afirmar que los consumidores tenemos un poder enorme, mucho más de lo que nos creemos pero es más cómodo dejarse engañar. Vayamos más allá de leer etiquetas con ingredientes que no entendemos, tómate tu tiempo para ir a comprar. Es tiempo invertido en tu salud y en la salud de todos, incluida la del planeta.  

P.D Los aguacates de mi frutera son españoles. Un punto extra para ella. 

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